martes, 16 de julio de 2013

Cuentos infantiles, El cuento de la espada y la paz

El cuento de la espada y la paz
Había una vez una espada hermosa. Pertenecía a un mayor monarca y desde siempre había estado en palacio partipando en sus entrenamientos y exhibiciones enormemente orgullosa. Hasta que un día una mayor discusión entre su majestad y el monarca del país vecino terminó con ambos reinos declarándose la guerra. La espada estaba emocionada con su primera participacion en una batalla de realidad. Demostraria a todos lo valiente y especial que era y ganaria una mayor fama. Asi estuvo imaginandose vencedora de muchos combates entretanto iban de sendero al frente. Pero cuando llegaron ya habia habido una primera batalla y la espada pudo ver el fruto de la guerra. Aquello no tenia nada que ver con lo que habia imaginado nada de caballeros limpios elegantes y triunfadores con sus armas relucientes alli solo habia armas rotas y melladas y muchisima gente sufriendo hambre y sed casi no habia comida y todo estaba lleno de suciedad envuelta en el aroma mas repugnante muchos estaban recurso muertos y tirados por el suelo y todos sangraban por multiples heridas... Entonces la espada se dio cuenta de que no le gustaban las guerras ni las batallas. Ella preferia estar en paz y dedicarse a participar en torneos y concursos. Asi que mientras aquella noche previa a la mayor batalla final la espada buscaba la manera de impedirla. Finalmente empezo a temblar. Al comienzo irradiava un chico zumbido pero el sonido fuese creciendo hasta convertirse en un molesto sonido metalico. Las espadas y armaduras del resto de soldados preguntaron a la espada del monarca que estaba haciendo y esta les dijo - No quiero que haya batalla mañana no me gusta la guerra. - A ninguno nos gusta pero ¿qué podemos hacer?. - Vibrad como yo lo hago. Si hacemos suficiente ruido nadie podrá dormir. Entonces las armas empezaron a temblar y el ruido fuese creciendo hasta hacerse ensordecedor y se hizo tan mayorde que llegó hasta el campamento de los enemigos cuyas armas hartas también de la guerra se unieron a la mayor protesta. A la mañana proximo cuando debia comenzar la batalla ningun soldado estaba listo. Nadie habia conseguido dormir ni un poco ni siquiera los monarcas y los globales asi que todos pasaron el dia entero durmiendo. Cuando comenzaron a despertar al atardecer decidieron abandonar la batalla para el dia proximo. Pero las armas lideradas por la espada del monarca volvieron a pasar la noche entonando su cantico de paz y una vez mas ningun soldado pudo descansar teniendo que aplazar de nuevo la batalla y lo mismo se repitio mientras los proximos siete dias. Al atardecer del septimo dia los monarcaes de los dos bandos se reunieron para ver que podian realizar en aquella situacion. Ambos estaban muy enfadados por su previo debate pero al escaso de estar unidos comenzaron a comentar las noches sin sueño que habian tenido la extrañeza de sus soldados el desconcierto del dia y la noche y las divertidas situaciones que habia creado y escaso luego ambos reian amistosamente con todas aquellas historietas. Dichosamente olvidaron sus antiguas disputas y pusieron fin a la guerra volviendo cada uno a su país con la alegría de no haber tenido que luchar y de haber recuperado un amigo. Y de cuando en cuando los monarcas se reunían para comentar sus aventuras como monarcas comprendiendo que eran muchas más las cosas que los unían que las que los separaban.

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