martes, 9 de julio de 2013

Cuentos infantiles, El cuento de la justicia

El cuento de la justicia
Caminaba un filosofo heleno pensando en sus cosas cuando vio a lo lejos dos mujeres altisimas del dimension de varios tios puestos uno arriba del otro. El filosofo tan erudito como miedoso corrio a ocultarse tras unos matorrales con la intencion de oir su conversacion. Las enormes mujeres se sentaron alli cerca pero antes de que empezaran a hablar manifestó el mas joven de los hijos del monarca. Sangraba por una oreja y gritaba suplicante hacia las mujeres - ¡Justicia! ¡Quiero justicia! ¡Ese villano me ha partido la oreja! Y señaló a otro joven su hermano menor que llegó empuñando una espada ensangrentada. - Estaremos encantadas de proporcionarte justicia joven principe- respondieron las dos mujeres- Para eso somos las diosas de la justicia. Solo tienes que escoger quien de nosotras dos prefieres que te ayude. - ¿Y qué diferencia hay? -preguntó el ofendido- ¿Qué haríais vosotras? - Yo -dijo una de las diosas la que tenia un apariencia mas debil y delicado- preguntare a tu hermano cual fuese la motivo de su accion y escuchare sus explicaciones. Despues le obligare a guardar con su vida tu otra oreja a fabricarte el mas bello de los cascos para tapar tu cicatriz y a ser tus oidos cuando los necesites. - Yo por mi parte- dijo la otra diosa- no dejaré que salga indemne de su acción. Lo castigaré con cien latigazos y un año de encierro y deberá compensar tu dolor con mil monedas de oro. Y a ti te daré la espada para que elijas si puede conservar la oreja o si por el opuesto deseas que ambas orejas se unan en el suelo. Y bien ¿Cuál es tu decisión? ¿Quién quieres que aplique justicia por tu ofensa? El principe miro a ambas diosas. Despues se llevo la mano a la herida y al tocarse manifesto en su rostro un gesto de indudable dolor que termino con una mirada de cólera y cariño hacia su hermano. Y con voz firme respondio dirigiendose a la segunda de las diosas. - Prefiero que seas tú quien me ayude. Lo quiero mucho pero sería injusto que mi hermano no recibiera su castigo. Y asi desde su escondite entre los matorrales el filosofo pudo ver como el culpable cumplia toda su pena y como el hermano gran se contentaba con realizar una pequeña herida en la oreja de su hermano sin llegar a dañarla seriamente. Hacia un rato que los principes se habian marchado uno sin oreja y el otro ajusticiado y estaba el filosofo aun escondido cuando sucedio lo que menos esperaba. Ante sus ojos la segunda de las diosas cambio sus vestidos para beber su verdadera manera. No se trataba de ninguna diosa sino del poderoso Ares el dios de la guerra. Este se despidio de su compañera con una sonrisa burlona - He vuelto a realizarlo querida Temis. Tus amigos los tios apenas saben distinguir tu justicia de mi venganza. Ja ja ja. Voy a preparar mis armas se avecina una nueva guerra entre hermanos...jajaja ja. Cuando Ares se marchó de allí y el filósofo trataba de desaparecer sigilosamente la diosa habló en voz alta -Dime buen filosofo ¿hubieras sabido escoger correctamente? ¿Supiste diferenciar entre el pasado y el futuro? Con aquel raro saludo comenzaron muchas largas y amistosas charlas. Y asi fuese como de la mano de la misma diosa de la justicia el filosofo aprendio que la verdadera justicia trata de mejorar el futuro alejandose del mal pasado entretanto que la falsa justicia y la venganza no pueden perdonar y olvidar el mal pasado pues se fijan en el para determinar sobre el futuro que acaba resultando siempre idéntico de malo.

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