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jueves, 13 de marzo de 2014
Historias infantiles, Princesas modernas. Y algunos príncipes.
folclore, antropología, arquetipos, cuento Empecé a estudiar los cuentos cuando descubrí la obra de Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos. En aquel momento me pareció una obra extremadamente moderna y vanguardista. Pero Pinkola Estés solo adapta la creencia de los arquetipos de Jung a la psicología femenina, a través del cuento popular. Jung recoge el concepto de prototipo de la folklorística y cuentística europea de la época, que se hayaba en pleno frenesí por descubrir el arquetipo del cuento popular. Por supuesto, cuando empecé a estudiar antropología, me di de lleno otra vez con el concepto de arquetipo, y en este marco me encontré con que la propuesta de Pinkola Estés es antigua como la vida misma. Más o menos, es una propuesta hecha por la humanidad en el debajo neolítico. Empecé a estudiar a Propp, a Almodóvar, a comprar colecciones o sacarlas de la biblioteca. Empecé a comprender las funciones, a cuestionar el papel del objeto mágico, a releer a Pinkola Estés desde un nuevo punto de vista. princesas modernas y contracultura Por el camino, me convertí en madre, y no fui la única. Muchas de mis amigas, compañeras de esfuerzo y conocidas también tienen hijas. La mayoría de mi tribu está constituida ahora por mujeres que son madres, y la mayoría de los encuentros tienen espacio entretanto los niños juegan no muy lejos. Muchas de mis amigas han educado a sus hijas en absoluta igualdad, en hogares donde el padre limpia, cocina y lee cuentos, y muchas veces inclusive se ha cogido una excedencia prolongada para cuidar del niño. Es usual que se angustien al ver a sus hijas sucumbir a la influencia de Disney entretanto el color rosa invade sin misericordia sus armarios y habitaciones. Al mismo tiempo, cada vez veo más artistas utilizando la imagen edulcorada de las princesas disney o de las barbies para protestar contra la imagen que dan de la mujer. Y hacen bien: de acuerdo con Almodóvar, según explica en El texto infinito, cualquier paradigma está completo cuando la cultura popular puede coger el paradigma y romperlo, subvertirlo, y, sobre todo, reirse de él. Ninguna cultura tiene lugar sin una contracultura que ejerza de fuerza tensora. En los cuentos de hadas tradicionales pasa esto, y es bueno ver que los cuentos que nos venden ahora también encuentran su corriente de protesta y rebelión. la princesa, el príncipe, la bruja y el lobo También oímos hablar cada vez más de los cuentos políticamente correctos, de caperucitas que se toman el vino con el lobo antes de llegar a casa de la abuela y de padres en busca de cuentos que hablen de valores modernos y sean menos sexistas. Bueno, es cierto que las colecciones de los Hermanos Grimm, Perrault, etc. están adulteradas y adaptadas a los gustos burgueses de la estación de su publicación. También es cierto que Disney ha pervertido a las heroínas tradicionales de los cuentos. Pero lo que he aprendido, como alumno del cuento popular, es que los cuentos populares son un compendio de directrices precisas sobre cómo enfrentarse a la vida, y es particularmente muy feminista. La gramática interna del cuento, además, que está diseñado para contarse y no para leerse, ayuda al niño chico a iniciar a hablar y a numerar a través de repeticiones al mismo tiempo que le ayuda a reirse también del mundo real. La razón de que a veces los protagonistas pertenezcan a la nobleza o a la realeza es para recordarnos que todas podemos ser las reinas de nuestras particulares vidas. La bruja y el lobo está ahí porque en la vida de todo el mundo hay brujas y dragones a los que te tienes que enfrentar más tarde o más temprano. El mensaje de que al final del viaje los protagonistas se casen (o se conviertan en príncipes y princesas) no es que esa sea la única aspiración de las mujeres (muchos de los protagonistas son tíos y el viaje finaliza igual, pero los protagonistas masculinos fueron en muchos casos deshechados por Grimm y Perrault), sino que es una metáfora de que si superas las pruebas conseguirás sabiduría. En otras palabras, la mayoría de los cuentos tradicionales con protagonistas humanos son una descripción de un rito de paso, en el que el héroe es expulsado de la tribu a la que solo podrá regresar una vez superadas una serie de pruebas, que le darán sabiduría y el reconocimiento de sus congéneres (boda o nobleza). unos cuantos cuentos tradicionales a tener en cuenta Hay muchos cuentos que podemos leer a nuestras hijas para alejarlas del paradigma de las películas de dibujos animados. Creo que lo más significativo es no prohibirles que las vean o que les gusten más, sino retarlas, introduciendo escaso a escaso cuentos que cuestionen los valores que ven en la pantalla, hasta introducir cuentos suficientes para que las princesas de color rosa solo sean una fracción pequeña de su mundo. Os aconsejo Cuentos al amor de la lumbre, una colección de Almodóvar que está en todas las bibliotecas infantiles del estado. Por supuesto que hay cuentos que incluyen detalles sexistas e inclusive racistas. Los cuentos populares nacieron en el neolítico pero su texto nos ha acompañado mientras milenios y los contenidos han podido ser adulterados idéntico que hicieron Grimm y empresa en el siglo XIX. Os animo a descartar esos detalles o inclusive a crear vuestras versiones, pues de eso trata la cultura oral, y a que se la contéis a vuestras hijas de memoria. Algunos que creo que pueden romper estereotipos y que ya he recomendado son: El príncipe durmiente, muy parecida a la bella durmiente, pero aquí será la joven quien tendrá que pasar las pruebas para despertar al caballero que es un personaje pasivo mientras toda la pieza. La plantita de albahaca, un cuento feminista y que impulsa la rebelión contra el poder y la burla de lo establecido. De la costumbre rusa aconsejo Basilissa la sabia y Basilissa la hermosa. Por cierto, en este último (como en Blancanieves) los colores de la protagonista son blanco, rojo y negro. Explicaros qué significan estos colores en los rituales femeninos desde hace más de 10.000 años me llevaría una eternidad, pero lo significativo es que podéis utilizarlos para enfocar a las niñas hacia otros universos. Otro de mis favoritos es Morozko, cuya lección sobre la humildad y la soberbia te deja literalmente congelado. Ambos cuentos están en la colección de Afaniasev y los he encontrado en internet, pero no poseo dificultades en contarlos para que podáis transmitirlos. De la costumbre española aconsejo también La mano negra (que acaba mal, la protagonista no se convierte en princesa ni se casa, no alcanza finalizar la prueba) o El recurso pollito, un cuento universal sobre el valor de la realidad por arriba de la riqueza y la fama. ¿No son estos valores que les queráis transmitir a vuestras hijas? príncipes modernos: nuevas masculinidades, cólera y deporte, educación emocional y arte Sé que esta acceso se está regresando demasiado larga, pero no puedo terminarla sin cerrar el círculo. Está bien que nos preocupemos por nuestras hijas y por lo que les contamos y por lo que les cuentan otros. Pero una sociedad no sexista no se alcanza sólo mirando a nuestras mujeres. ¿Qué pasa con vuestros hijos? ¿A ellos los dejamos que sigan atiborrándose con cuentos sobre coches y robots? ¿Les dejamos que su única manera de canalizar la energía sea el deporte? ¿Seguimos sin enseñarles a expresar sus emociones? Tengo un hijo de tres años. Su color favorito es el rosa. Le gusta pintarse las uñas del mismo color que lleve yo. También le gusta maquillarme y peinarme, jugar a la pelota y trepar por los árboles. Y yo le dejo. Permito que lleve las uñas pintadas para que sus compañeras de clase sepan que no tienen el monopolio sobre estar guapa y que se puede tener las uñas pintadas y jugar al fútbol. Cuando vamos a comprar juguetes le dejo comprar un coche o una pelota cuando lo pide. La última vez pidió un salón de peluquería y se lo compré, y he pasado determinadas reuniones de Equo y muchas noches jugando a peinarnos. Otro de sus juegos favoritos es preparar la cena y servírmela. Es un niño muy activo, le encanta practicar deporte, sobre todo realizar acrobacias o chutar balones, y le dejo que explore sus límites. Pero también le dejo expresar sus emociones, jugar con muñecas y leer cuentos de princesas.
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