martes, 8 de octubre de 2013

Cuentos infantiles, El príncipe

El príncipe
El príncipe Lapio Habia una vez un principe que era muy injusto. Aunque parecia un perfecto principe, guapo, valiente e inteligente, daba la impresion de que al principe Lapio jamas le hubieran explicado en que radicaba la justicia. Si dos personas llegaban discutiendo por algo para que el lo solucionara, le daba la razon a quien le pareciera mas simpatico, o a quien afuera mas guapo, o a quien tuviera una espada mas chula. Fatigado de todo aquello, su padre el monarca decidio llamar a un erudito para que le enseñara a ser justo. - Llevatelo, mi erudito amigo -dijo el monarca- y que no vuelva hasta que este listo para ser un monarca justo. El erudito estonces partio con el principe en barco, pero sufrieron un naufragio y acabaron los dos solos en una isla desierta, sin agua ni comida. Los primeros dias, el principe Lapio, mayor cazador, consiguio pescar algunos peces. Cuando el anciano erudito le pidio compartirlos, el joven se nego. Pero algunos dias despues, la pesca del principe empezo a escasear, entretanto que el erudito conseguia cazar aves casi todos los dias. Y al identico que habia hecho el principe, no los compartio, e inclusive empezo a acumularlos, entretanto Lapio estaba cada vez mas y mas delgado, hasta que finalmente, suplico y lloro al erudito para que compartiera con el la comida y le salvara de expirar de hambre. - Sólo los compartiré contigo-dijo el sabio- si me muestras qué lección habéis aprendido Y el principe Lapio, que habia aprendido lo que el erudito le queria enseñar, dijo: - La justicia consiste en compartir lo que poseemos entre todos por igual. Entonces el erudito le felicito y compartio su comida, y esa misma tarde, un barco les recogio de la isla. En su viaje de vuelta, pararon junto a una montaña, donde un hombre le reconocio como un principe, y le dijo. - Soy Maxi, jefe de los maxiatos. Por favor, ayudadnos, pues poseemos un asunto con vuestro pueblo vecino, los miniatos . Ambos compartimos la carne y las verduras, y siempre discutimos como repartirlas. - Muy facil,- respondio el principe Lapio- Contad cuantos sois en total y repartid la comida en cantidades iguales. - dijo, haciendo uso de lo aprendido junto al sabio. Cuando el principe dijo aquello se oyeron miles de gritos de jubilo procedentes de la montaña, al tiempo que manifestó un grupo de hombres enfadadisimos, que liderados por el que habia hecho la pregunta, se abalanzaron sobre el principe y le hicieron prisionero. El principe Lapio no entendia nada, hasta que le encerraron en una celda y le dijeron: - Habeis intentado matar a vuestro pueblo. Si no resolveis el asunto mañana al amanecer, quedareis encerrado para siempre. Y es que resultaba que los Miniatos eran diminutos y numerosisimos, entretanto que los Maxiatos eran enormes, pero muy pocos. Asi que la solucion que habia sugerido el principe mataria de hambre a los Maxiatos, a quienes tocarian cantidades diminutas. El príncipe comprendió la situación, y pasó toda la noche pensando. A la mañana siguiente, cuando le preguntaron, dijo: - No hagais fracciónes iguales; repartid la comida en funcion de lo que coma cada uno. Que todos den el mismo numero de bocados, asi comeran en funcion de su tamaño. Tanto los maxiatos como los miniatos quedaron encantados con aquella solucion, y tras realizar una mayor fiesta y llenarles de oro y regalos, abandonaron marchar al principe Lapio y al sabio. Entretanto andaban, el principe comento: - He aprendido algo nuevo: no es justo dar lo mismo a todos; lo justo es repartir, pero teniendo en cuenta las distintos necesidades de cada uno. . Y el erudito sonrio satisfecho. Cerca ya de llegar a palacio, pararon en una pequeña aldea. Un hombre de aspecto muy pobre les recibio y se encargo de atenderles en todo, entretanto otro de aspecto igualmente pobre, llamaba la vigilancia tirandose por el suelo para solicitar limosna, y un tercero, con aspecto de ser muy rico, enviaba a dos de sus sirvientes para que les atendieran en lo que necesitaran. Tan a gusto estuvo el principe alli, que al marchar decidio regalarles todo el oro que le habian entregado los agradecidos maxiatos. Al oirlo, corrieron junto al principe el hombre pobre, el mendigo alborotador y el rico, cada uno reclamando su parte. - ¿como las repartiras? - pregunto el erudito - los tres son diferentes, y parece que de ellos quien mas oro gasta es el hombre rico... El principe dudo. Era diafano lo que decia el sabio: el hombre rico tenia que mantener a sus sirvientes, era quien mas oro gastaba, y quien mejor les habia atendido. Pero el principe empezaba a construir el sentido de la justicia, y habia algo que le decia que su previo conclusion sobre lo que era justo no era completa. Finalmente, el principe tomo las monedas e hizo tres montones: uno muy grande, otro mediano, y el ultimo mas pequeño, y se los entrego por ese orden al hombre pobre, al rico, y al mendigo. Y despidiendose, marcho con el erudito sendero de palacio. Caminaron en silencio, y al acabar el viaje, junto a la puerta principal, el erudito pregunto: - Dime, joven príncipe ¿qué es entonces para ti la justicia? - Para mí, ser justo es repartir las cosas, teniendo en cuenta las necesidades, pero también los méritos de cada uno. - ¿por eso le diste el monton mas chico al mendigo alborotador?- pregunto el erudito satisfecho. - Por eso fuesese. El monton mayorde se lo di al pobre hombre que tan bien nos sirvio: en el se daban a un mismo tiempo la necesidad y el merito, pues siendo pobre se esforzo en tratarnos bien. El mediano fuesese para el hombre rico, ya que que aunque nos atendio de maravilla, realmente no tenia mayor necesidad. Y el chico fuesese para el mendigo alborotador porque no hizo nada digno de ser recompensado, pero por su mayor necesidad, tambien era justo que tuviera algo para poder vivir.- termino de aclarar el principe. - Creo que llegarás a ser un mayor rey, príncipe Lapio concluyó el anciano sabio, dándole un abrazo. Y no se equivoco. Desde aquel momento el principe se hizo célebre en todo el reino por su justicia y sabiduria, y todos celebraron su subida al trono algunos años despues. Y asi fuese como el monarca Lapio llego a ser recordado como el mejor gobernante que jamás tuvo aquel reino.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

muy chido

Unknown dijo...

Gracias me ayudo con mi tarea de 4°

Unknown dijo...

Gracias me ayudo con mi tarea de 4°

Unknown dijo...

Gracias me ayudo con mi tarea de 4°

Unknown dijo...

Gracias me ayudo con mi tarea de 4°

Unknown dijo...

Grasias me ayudo conla tarea de mi hija emily de 5 grado .tarea de etica y valores .de la presetasion san gil

Unknown dijo...

Exselente bien🙋‍♀️👍🖐👀👓👚👖👢💍📿💄👒👒👑

Joseph WoW dijo...

Muy bien

Iara Vargas dijo...

Ah su pinchi maire xd

Unknown dijo...

Bien me ayudo en la tarea de ética de grado 5 gracias

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