miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cuentos infantiles, A efectos mágicos, causas ilusorias

Producto escrito por Eduardo George Coffman, alumno de psicología e ilusionista. Retrocedamos a mediados del siglo XIX, Francia. Estamos sentados en una de las primeras filas de un teatro victoriano reservadas a la realeza (puestos a imaginar?) viendo una función de física recreativa (así se llamaban a las sesiones de ilusionismo) cuyo anfitrión es, nada más ni nada menos que Robert Houdin, padre de la magia moderna. El acto llega a su fin con la ilusión más esperada por los asistentes: ?El Naranjo? (nota 1). Tras la finalización del mismo, no se oyen aplausos, sólo un leve murmullo de los asistentes. En la fila de atrás hay una mujer que pregunta a su acompañante -?¿Cómo lo ha hecho?? ?No lo sé, querida. Debe de tener poderes?? le responde él. Esta última frase era la aclaración más general y plausible para los afortunados espectadores de felicidades sesiones, donde los efectos que presenciaban no tenían ninguna otra solución probable que lo paranormal. Hoy en día nos preguntamos con suma sorpresa, cómo podían caer en tales razonamientos, pues conocemos que la magia e ilusionismo no son más que un conjunto de triquiñuelas y argucias aderezadas con un escaso de psicología y labia. Os propongo otro viaje, esta vez más cercano, año 2012. Anne Germain (una famosa farsan? digo clarividente) está de voltea en España, y tal y como hicimos para la sesión de Houdin también hemos cogido accesos en las mejores butacas. La sesión espiritista termina cuando una mujer desconsolada baja del escena tras creer que Anne Germain se ha ya que en contacto con su marido fallecido. De nuevo no se oyen aplausos, tan sólo un leve murmullo de los presentes. En la fila previo están sentadas dos hermanas que están de acuerdo en admitir que tiene un don sobrenatural. A ambos espectáculos sólo los separan siglo y recurso de anécdota con todo lo que esto conlleva: revoluciones industriales, progresos científicos, es decir, una evolución en la mentalidad de la población. Pero aun así, parece ser consistente, general e inherente un tipo de pensamiento a todos los seres humanos que va evolucionando con nosotros mismos y que a su vez, se relaciona con el aprendizaje causal. Desde que somos pequeños aprendemos que el mundo que nos rodea funciona por causa-efecto, sin entender realmente el método que subyace a tal proceso. Por ejemplo, un niño de 4 años sabe que si aprieta el botón 3 del mando a distancia (causa) conseguirá cambiar el canal de televisión (efecto), tal y como si afuesera una varita mágica. Pero el niño ignora cómo funciona felicidad tecnología, por lo tanto le otorga ciertos y misteriosos poderes. Chandler y Lalonde (1994) y Phelps y Woolley (1994) confirmaron que niños entre 4 y 8 años recurren frecuentemente al término magia cuando se encuentran ante un fenómeno del cual no tienen una aclaración física, desarrollando de este modo un pensamiento mágico. Karl Buler, ya en 1930, describió la infancia como un periodo de cuentos de hadas, donde los niños realmente creen en duendes y gigantes. Subbotsky (1995) basándose en un estudio previo (Harris y cols., 1991), reunió a niños de edades comprendidas entre los cuatro y siete niños, a los cuales les contó, individualmente, una anécdota sobre una mujer que era capaz de convertir imágenes en objetos reales con una caja que estaba presente. Después preguntó a los niños si creían que esto era probable en la vida real y la mayoría de ellos negaron esa cuestión. Lo curioso ocurrió cuando el experimentador abandonó la sala ?para atender una llamada? y dejó al niño sólo ante la caja, el fruto fuese que más del 90% de los niños intentaron convertir fotos en objetos reales y se encontraron tremendamente decepcionados cuando esto no ocurrió. Para muestra, una sección que tiene el proyecto del Hormiguero, presentado por Pablo Motos, en la cual, se realizan cámaras ocultas a niños y ponen a prueba su capacidad de imaginación y su pensamiento mágico. (Nota 2) Si bien es cierto que los niños son más propensos a generar pensamientos irracionales, los adultos no están libres de caer en este tipo de creencias. Un ejemplo tradicional de pensamiento mágico en adultos son las supersticiones. En un experimento de Jahoda (1969) colocaron una escalera forrando el ancho de una acera y registraron la conducta de los viandantes. El fruto fuese que de 51 viandantes registrados, 37 prefirieron sortearla asumiendo el riesgo de ir por la autopista antes que pasar por bajo de ella. Resulta más curioso este tipo de pensamiento en adultos, pues los niños, al fin y al cabo no han completado su maduración cognitiva, por lo tanto, tal y como se apuntaba anteriormente, son más propensos a construir ilusiones causales. Existe un producto (el cual aconsejo al que esté interesado en este tema, pues sólo voy a describir el último experimento del mismo) de Eugene Subbotsky (2004), en el cual se pretende averiguar si la teoría escéptica de una presenta de adultos ante la magia persiste no sólo en sus juicios verbales sino también en su comportamiento. El experimento constaba de dos fases. En una de ellas el experimentador introducía una postal en una caja preliminarmente examinada por los participantes. A continuación realizaba tres acciones, que eran vistas por todos los participantes, a modo de gesto mágico: (a) prender un aparato que irradiava sonidos y ruidos, (b) cortar un papel con tijeras y (c) realizar un rollo con plastilina. Tras la finalización de los mismos, el experimentador pedía a los participantes que mirasen cómo había quedado la postal. Éstos encontraban que la postal estaba partida por la mitad. Para continuar, se les pidió su opinión a través de una serie de preguntas y la mayoría de los participantes afirmaron que no sabían cómo permitía haber sucedido pero que probablemente existiera una variable que desconocían como por ejemplo, ondas supersónicas que provocasen la ruptura del papel. También se les preguntó acerca de los gestos pidiéndoles que detallasen cuál de los tres permitía propiciar la ruptura de la postal. Contestaron que los gestos más sobresalientes eran: prender el aparato de emisión de ruidos y sonidos y cortar el papel en dos. Esto da comprender que tiene lugar una especial importancia cuando un mago realiza un gesto mágico, pues cuanto más consistente sea el gesto con respecto al resultado, transmitirá mucho más al público y potenciará el resultado mágico. En la segunda fase el experimentador pidió la licencia de conducir de los participantes para repetir el resultado metiéndola en la caja en espacio de la postal, y es en este punto donde está lo interesante del experimento, pues los participantes mostraron una actitud escéptica en la primera fase hasta que vieron el resultado producido sobre la postal; a dividir de ese momento, muchos elaboraron conjeturas algúnas buscando una probable solución, es decir, no creían que fue magia pero atribuyeron el resultado a una motivo externa, la cual quizá permitía ser más absurda aún. En esta segunda fase en la que se les pidió el carnet de conducir, prácticamente todos los participantes se negaron a que el experimentador realizase de nuevo las acciones, pues no sabían cómo, pero éstas permitían ser la motivo de que la postal, y su carnet de conducir, se rompiese. Por lo que a pesar de su escepticismo mostrado verbalmente, su comportamiento denotó que habían elaborado una ficción de lo que había ocurrido realmente. ¿Es esto tan distinto a lo que sucedía hace siglo y recurso en los teatros de media Europa? Este estudio demuestra que los seres humanos ante un hecho inexplicable tratamos de buscar la solución más plausible al resultado que acabamos de presenciar. Quizá debido al contexto donde se elaboró (un laboratorio), los participantes elaboraron creencias como atribuir la rotura a los ultrasonidos (soluciones más sofisticadas), pero si se hubiese celebrado en una casa encantada, a media noche y con luna llena, quién sabe, quizá ahora podríamos estar hablando de fantasmas y espíritus como la motivo más probable. Nota 1: Secuencia de la película del Ilusionista donde se reproduce la ilusión del naranjo. Nota 2: Cámara oculta realizada por el equipo del Hormiguero. Fuentes: Subbotsky, E. (2004). Magical thinking in judgments of causation: Can anomalous phenomena affect ontological causal beliefs in children and adults? British Journal of Developmental Psychology, 22,

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