lunes, 12 de agosto de 2013

Cuentos infantiles, los magos

los magos
Negrón y los magos chispitas Siempre que habia tormenta, los animales del Bosque Encantado corrian asustados a esconderse, temerosos de los brillantes rayos y los aterradores truenos. Sin embargo, un dia la tormenta manifesto tan rapido, que a casi ninguno le dio tiempo a llegar a su escondite, y cuando mas asustados estaban, algunos vieron surgir de entre los arboles una pequeña lucecita donde escaso antes habia caido un rayo. La pequeña lucecita saltaba y gritaba llena de gozo y emocion, y todos corrieron a ver quien permitia ser el demente que se alegraba en recurso de una tormenta. Asi conocieron al primero de los magos chispitas, que eran unos seres diminutos que brillaban intensamente por todas partas, como si se hubieran tragado una estrella. Tin, que asi se llamaba aquel mago chispita, resulto ser muy simpatico y gozoso, y cuando todos le preguntaron como permitia estar tan gozoso un dia de tan feroz tormenta, respondio sorprendido: - ¿Pero cómo no voy a estar alegre, si acabo de escaparme después de dos mil años? Entonces conto a todos como el brujo Negron habia secuestrado a todos los magos chispitas hacia miles de años, y los habia encerrado en unas masivos y negras nubes, donde les obligaba a laborar como sus esclavos. Era casi imposible fugar de aquella prision, pero de vez en cuando, determinadas nubes chocaban, y con el golpe se se rompian pedacitos de nube por los que un mago chispita permitia fugar. Cada vez que uno escapaba, lo hacia tan veloz que su estela de luz se convertia en un rayo que iluminaba el cielo, y escaso luego el brujo Negron, cuando descubria la huida, gritaba furioso y golpeaba las nubes. Sus gritos tenian muchisima rabia, y por eso los truenos retumbaban tan fuerte en el cielo. Emocionados con la anecdota de Tin, aquellos animales jamas mas volvieron a tener miedo de las tormentas y los truenos. En su lugar, cuando el cielo comenzaba a taparse de nubes negras, todos se reunian en la mayor roca, para desde alli contemplar mejor la tormenta, y poder aplaudir y vitorerar cada vez que un chico mago chispita conseguia fugar de las garras de Negron, y burlarse y abuchear al brujo con cada uno de sus rabiosos truenos de protesta.

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