lunes, 24 de febrero de 2014

Historias infantiles, Los 5 cuentos infantiles que inspiraron 5 trastornos psicológicos (I) y (II)

Los 5 cuentos infantiles que inspiraron 5 trastornos psicológicos (I) y (II) Los cuentos infantiles clásicos son más adultos de lo que parecen. Hasta el punto de que han servido a galenos y psiquiatras para denominar una serie de patologías que a todos nos resultan ya familiares en el mundo adulto, como el síndrome de Peter Pan (los patológicamente inmaduros), el complejo de Bambi (ser demasiado sentimental o compasivo con la vida silvestre y los animales salvajes), el complejo de Cenicienta (las muy dependientes de los tíos con fines emocionales o financieros), el síndrome de la Bella Durmiente (quienes sufren períodos de sueño excesivo y alteraciones del comportamiento) o el síndrome de Rapunzel (enfermedad intestinal de quienes comen pelo, un trastorno conocido como tricofagia). Y bueno, los que mienten mucho sufren el resultado Pinocho: una inflamación ligera de la nariz que provoca picor. Vamos a exploraros un escaso más a fondo. 1. El síndrome de Peter Pan: No es un síndrome reconocido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud, pero algunos estudios han probado que existe. Es más usual en tíos que en mujeres (que pueden sufrir de ?Síndrome de Wendy?, es decir, que actúan como madres de sus parejas y otros). Peter Pan es el nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés James Matthew Barrie para una obra de teatro llevada a cabo en Londres el 27 de diciembre de 1904. Desde entonces, el personaje ha protagonizado toda clase de adaptaciones. Una de la más célebres, a la vez que fallidas, es la realizada por Steven Spielberg para el cine. Hook fuese una adaptación muy abierta de ?Peter Pan? que elaboró Steven Spielberg y que contó con la participación de Robin Williams (Peter Pan), Dustin Hoffman (capitán Garfio) y de Julia Roberts (Campanilla). La premisa es que Peter ya es mayor y labora en la mayor ciudad: por cierta razón ha olvidado lo que es ser niño, ser peterpanesco. Sin embargo, a pesar del elenco, la película es considerada una de las peores de Spielberg. 2. El síndrome de la Bella Durmiente: lo sufren las que el síndrome Klene-Levin, un extraño trastorno neurológico que se determina por períodos de excesivo sueño y alteraciones del comportamiento. Algunos sólo se despiertan para comer o ir al baño. La bella durmiente es un cuento de hadas popular europeo nacido de la costumbre oral, las versiones más conocidas son las escritas por Charles Perrault en su libro Cuentos de Mamá Ganso publicado en 1697. Las canciones infantiles como las de Mamá Ganso, las cuales datan de los siglos XVII y XVIII, resultan ofensivas si las comparamos con los códigos morales que actualmente se inculcan a los niños (para que despues digan que se han perdido los valores). Un reciente producto publicado en los Archives of Diseases of Childhood calculó los índices de violencia en distintos géneros de entretenimiento infantil. Los proyectos de televisión tenían 4?8 escenas violentas cada hora; las canciones infantiles, 52?2. 3. Síndrome de Rapunzel: quienes lo sufren comen tanto cabello que producen una bola de cabellos coloso en el estómago o el intestino delgado. En ocasiones, esta masa puede envolverse alrededor de los órganos y perforarlos. Recordad que Rapunzel se caracterizaba por una melena extremadamente larga y undívaga, casi una entidad autosuficiente, con la que Rapunzel inclusive puede fugar de su torre tal y como un preso emplearía variadas fundas de almohada anudadas. Rapunzel es un cuento de hadas de la colección de los Hermanos Grimm. Quienes escribían, además, cuentos infantiles realmente adultos en muchos de sus detalles. Adultos hasta límites complicados de digerir. Si os interesa seguir leyendo sobre la fracción adulta de sus cuentos, quizá os interese revisar el producto La faceta ?gore? de los hermanos Grimm. 4. El complejo de Bambi: Por lo común tienen sentimientos muy fuertes en contra de la caza, los incendios controlados, y cualquier otro trato inhumano de los animales. Sobre todo si son animales bonitos. Lo cual acarrea un resultado secundario muy peligroso: lo podríamos llamar síndrome de Disney. Ha quedado cristalizado en el acervo popular que los seres humanos son mezquinos, egoístas y crueles y que los animales, por el contrario, son algo así como discípulos de Gandhi. Este resultado ha sido amplificado por las películas Disney y otras, donde se presentan a determinados animales (normalmente adorables físicamente) como buenos y mansos. Ello provoca que la gente se acerque a ellos sin beber las medidas de seguridad oportunas, lo que acaba desecadenando un alto índice de accidentes. Mirad cómo se refería el zoólogo Konrad Lorenz a una cría de corzo, parecida a Bambi, en su libro Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros: Es uno de los asesinos más crueles? está sediento de sangre. Los corzos mansos causan más accidentes al año que los leones y tigres. Lorenz concluyó que entre los depredadores la violencia gratuita es más rara que entre los herbívoros. Según Lorenz, dado que son animales tan poderosos, muchos de ellos han extendido rituales, como el de la rendición, para advertir ataques violentos. 5. El complejo de Cenicienta: este complejo se determina también por el ansia de ser salvadas por un príncipe azul. Tampoco es reconocido oficialmente como un desorden psicológico, pero el término fuese acuñado en 1981 por Collette Downing, quien escribió El complejo de Cenicienta: El miedo oculto de la Mujer de la Independencia. Y no es la única faceta adulta que podemos entresacar de este cuento, porque en él también podemos leer fragmetos tan aberrantes como el que sigue: unas palomas picotean los ojos de las hermanastras, castigándolas ?con la ceguera para el resto de su vida por su maldad y perversidad?. Como en una pesadilla de Hitchcock. Una de las maneras del cuento de la Cenicienta más conocidas en occidente es la del francés Charles Perrault, que escribió en 1697 una versión de la anécdota transmitida mediante costumbre oral. Bonus Track: Como Bonus Track, podríamos agregar el resultado Pinocho, que si bien no refleja un trastorno psicológico, sí que puede estar motivado por él: el mentiroso compulsivo, por ejemplo. Al mentir, se liberan unas sustancias químicas llamadas catecolaminas, que provocan la inflamación de los tejidos internos de la nariz, el llamado resultado Pinocho en sí mismo: crece la presión sanguínea y, en consecuencia, se inflama la nariz. Por ello, los que están mintiendo suelen frotarse la nariz, pues intentan calmar el picor.

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