jueves, 2 de octubre de 2014

Cuentos infantiles, Cuentos infantiles, los magos

Negrón y los magos chispitas Siempre que habia tormenta, los animales del Bosque Encantado corrian asustados a esconderse, temerosos de los brillantes rayos y los aterradores truenos. Sin embargo, un dia la tormenta manifesto tan rapido, que a casi ninguno le dio tiempo a llegar a su escondite, y cuando mas asustados estaban, algunos vieron aparecer de entre los arboles una pequeña lucecita donde poco antes habia caido un rayo. La pequeña lucecita saltaba y gritaba llena de alegría y emocion, y todos corrieron a ver quien permitia ser el loco que se alegraba en medio de una tormenta. Asi conocieron al primero de los magos chispitas, que eran unos seres diminutos que brillaban intensamente por todas partas, como si se hubieran tragado una estrella. Tin, que asi se llamaba aquel mago chispita, resulto ser muy simpatico y alegríaso, y cuando todos le preguntaron como permitia star tan alegríaso un dia de tan feroz tormenta, respondio sorprendido: - ¿Pero cómo no voy a estar alegre, si acabo de escaparme después de dos mil años? Entonces conto a todos como el brujo Negron habia secuestrado a todos los magos chispitas hacia miles de años, y los habia encerrado en unas grandes y negras nubes, donde les obligaba a trabajar como sus esclavos. Era casi imposible escapar de aquella prision, pero de vez en cuando, algunas nubes chocaban, y con el golpe se se rompian pedacitos de nube por los que un mago chispita permitia escapar. Cada vez que uno escapaba, lo hacia tan rápido que su estela de luz se convertia en un rayo que iluminaba el cielo, y poco despues el brujo Negron, cuando descubria la huida, gritaba furioso y golpeaba las nubes. Sus gritos tenian muchisima rabia, y por eso los truenos retumbaban tan fuerte en el cielo. Emocionados con la anecdota de Tin, aquellos animales jamas mas volvieron a tener miedo de las tormentas y los truenos. En su lugar, cuando el cielo comenzaba a cubrirse de nubes negras, todos se reunian en la gran roca, para desde alli observar mejor la tormenta, y poder aplaudir y vitorerar cada vez que un pequeño mago chispita conseguia escapar de las garras de Negron, y burlarse y abuchear al brujo con cada uno de sus rabiosos truenos de protesta.

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