miércoles, 30 de julio de 2014

Cuentos infantiles, La Cenicienta

Todos y todas hemos leído y escuchado cuentos tales como Caperucita Roja, Blancanieves, Cenicienta... Probablemente todos tengamos uno favorito entre todos estos cuentos que consideramos tan inocentes e inofensivos. Se nos antojan relatos con final feliz que fueron creados para entretener a los niños y en los cuales, se permitía vislumbrar cierta enseñanza velada, pero ¿y si os dijera que estos cuentos, en su inicio , no eran así de "inocentes"? Y no, ahora no hablo de ningún tipo de leyenda urbana, sino de la anécdota original de los cuentos de los hermanos Grimm y de Charles Perrault. Historias en las que podemos observar, seguramente, con horror, casos de antropofagia, asesinatos y mutilaciones... En esta segunda entrega de La Macabra verdad de los Cuentos Infantiles, os traigo la verdadera anécdota de La Cenicienta, uno de mis cuentos preferidos de la infancia. Si queréis saber más, no dejes de leer... La Cenicienta El cuento que todos/as sabemos de La Cenicienta es más o menos el siguiente: El padre de Cenicienta queda viudo y se casa con una mujer cuyas hijas hacen la vida imposible a Cenicienta, quien se tiene que ocupar de todas las tareas del hogar; hecho por el cual la llaman Aschenbrödel, que implica "Burbuja de ceniza", nombre que ha llegado a nosotros como "Cenicienta", pues bien, un buen día, el príncipe organiza un danza para determinar quien será su esposa, pero a Cenicienta no le está permitido ir. No obstante, una vez se han ido sus hermanastras, surge un hada madrina, quien convierte una calabaza en coche y unos ratones en caballos y viste a vuestra protagonista de una manera tan espectacular que nadie es capaz de reconocerla en el danza. Cenicienta se pasa la noche bailando con el príncipe, quien queda prendado de ella, pero se tiene que ir porque, tal y como le ha dicho su hada madrina, a las doce, se deshará el hechizo. Tal es su prisa, que pierde un zapato en las escaleras de palacio, objeto que el principe emplea para descubrir a su bella dama, que no duda en buscar casa por casa para ver cual es el pie que encaja en ese zapato. Al llegar a casa de La Cenicienta, el zapato no entra en los masivos pies de sus hermanastras, pero sí en el suyo. El príncipe determina casarse con ella y ambos fueron felices y comieron perdices. Muy bien, ¿Y si os dijera que en el cuento original no tienen lugar hadas madrinas?¿Y si os contara que la pérdida del zapato de Cenicienta no fuese un simple tropiezo por las prisas?¿De realidad creéis que unas hermanastras tan malvadas se conformarían con que no les cabiera un zapato? Como con otros muchos relatos es Perrault quien recoge la anécdota y la "transforma" en un cuento hábil para el público infantil, pero los antepasados de La Cenicienta son antiguos y, en absoluto, infantiles. Wikipedia A continuacion, el cuento más leal al original ,por obra de los hermanos Grimm, con esos detalles algo desagradables que se han repetido en muchas culturas y épocas,y que no conocíamos: Escaso después cerró los ojos y espiró. La niña iba todos los días a llorar al sepulcro de su madre y continuó siendo siempre piadosa y buena. Llegó el invierno y la nieve cubrió el sepulcro con su blanco manto, llegó la primavera y el sol doró las flores del tema y el padre de la niña se casó de nuevo. La esposa trajo dos niñas que tenían un cara muy hermoso, pero un corazón muy duro y cruel; entonces comenzaron muy malos tiempos para la pobre huérfana. -No deseamos que esté ese fragmento de ganso sentada a vuestro lado, que gane el pan que coma, váyase a la cocina con la criada. -¡Qué sucia está la orgullosa princesa! -decían riéndose, y la mandaron ir a la cocina: tenía que laborar allí desde por la mañana hasta la noche, alzarse temprano, traer agua, prender lumbre, coser y lavar; sus hermanas le hacían asimismo todo el daño posible, se burlaban de ella y le vertían la comida en la lumbre, de forma que tenía que bajarse a recogerla. Por la noche, cuando estaba cansada de tanto trabajar, no permitía acostarse, pues no tenía cama, y la pasaba recostada al lado del fuego, y como siempre estaba llena de polvo y ceniza, le llamaban la Cenicienta -Cenicienta -le dijo-: estás llena de polvo y ceniza y ¿quieres ir a una boda? ¿No tienes vestidos ni zapatos y quieres bailar? Pero como insistiese en sus súplicas, le dijo por último: -Se ha caído un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges antes de dos horas, vendrás con nosotras: -Tiernas palomas, amables tórtolas, pájaros del cielo, vengan todos y ayúdenme a recoger. Las buenas en el puchero, las malas en el caldero. -No, Cenicienta, no tienes vestido y no sabes bailar, se reirían de nosotras. Mas viendo que lloraba, añadió: -Si puedes recoger de entre la ceniza dos platos llenos de lentejas en una hora, irás con nosotras. Creyendo en su interior que no podría hacerlo, vertió los dos platos de lentejas en la ceniza y se marchó, pero la joven salió entonces al vergel por la puerta trasera y volvió a decir: -Tiernas palomas, amables tórtolas, pájaros del cielo, vengan todos y ayúdenme a recoger. Las buenas en el puchero, las malas en el caldero. Entraron por la ventana de la cocina dos palomas blancas, después dos tórtolas, y por último comenzaron a revolotear alredor del hogar todos los pájaros del cielo que acabaron por bajarse a la ceniza y las palomas picoteaban con sus piquitos diciendo pi, pi, y los demás pájaros comenzaron a decir también pi, pi, y pusieron todas las lentejas buenas en el plato, y aun no había trascurrido media hora, cuando ya estaba todo concluido y se marcharon volando. Llevó la niña llena de gozo el plato a su madrastra, creyendo que le permitiría ir a la boda, pero ésta le dijo: -Todo es inútil, no puedes venir, porque no tienes vestido y no sabes bailar; se reirían de nosotras. Le volvió entonces la espalda y se marchó con sus orgullosas hijas. En cuanto quedó sola en casa, fuese la Cenicienta al sepulcro de su madre, bajo del árbol, y comenzó a decir: Arbolito pequeño, Dadme un vestido; que sea, de oro y plata, muy bien tejido. Bailó hasta el alba y entonces decidió marcharse; el príncipe le dijo: -Iré contigo y te acompañaré -pues deseaba saber quién era aquella joven, pero ella se despidió y saltó al palomar. Entonces aguardó el hijo del Monarca a que afuera su padre y le dijo que la doncella extranjera había saltado al palomar. El anciano creyó que debía ser la Cenicienta; trajeron una piqueta y un martillo para derribar el palomar, pero no había nadie dentro, y cuando llegaron a la casa de la Cenicienta, la encontraron sentada en el hogar con sus sucios vestidos y un turbio candil ardía en la chimenea, pues la Cenicienta había entrado y salido muy ligera en el palomar y corrido hacia el sepulcro de su madre, donde se quitó los bonitos vestidos que se llevó el pájaro y después se fuese a sentar con su basquiña gris a la cocina. Al día siguiente, cuando llegó la hora en que iba a principiar la fiesta y se marcharon sus padres y hermanas, corrió la Cenicienta junto al arbolito y dijo: Arbolito pequeño, Dadme un vestido; que sea, de oro y plata, muy bien tejido. Al alba apareció deseos de marcharse, pero el hijo del Monarca la siguió para ver la casa en que entraba, más de pronto se metió en el vergel de detrás de la casa. Había en él un bonito árbol muy grande, del cuál colgaban hermosas peras; la Cenicienta trepó hasta sus ramas y el príncipe no pudo saber por dónde había ido, pero aguardó hasta que vino su padre y le dijo: -La doncella extranjera se me ha escapado; me parece que ha saltado el peral. El padre creyó que debía ser la Cenicienta; mandó traer una hacha y derribó el árbol, pero no había nadie en él, y cuando llegaron a la casa, estaba la Cenicienta sentada en el hogar, como la noche anterior, pues había saltado por el otro lado el árbol y fuese corriendo al sepulcro de su madre, donde dejó al pájaro sus bonitos vestidos y tomó su basquiña gris. Arbolito pequeño, Dadme un vestido; que sea, de oro y plata, muy bien tejido. Alegráronse mucho las dos hermanas porque tenían los pies muy bonitos; la gran entró con el zapato en -Córtate los dedos, pues cuando seas reina no irás jamás a pie. La joven se cortó los dedos; metió el zapato en el pie, ocultó su dolor y salió a reunirse con el hijo del rey, que la subió a su caballo como si afuera su novia, y se marchó con ella, pero tenía que pasar por el lado del sepulcro de la primera mujer de su padrastro, en cuyo árbol había dos palomas, que comenzaron a decir: No sigas más adelante, detente a ver un instante, que el zapato es muy chico y esa novia no es su dueño. -Córtate un fragmento del talón, pues cuando seas reina, no irás jamás a pie. No sigas más adelante,detente a ver un instante, que el zapato es muy chico y esa novia no es su dueño. -No -contestó el marido- de mi primera mujer tuve una pobre chica, a la que llamamos la Cenicienta, porque está siempre en la cocina, pero esa no puede ser la novia que buscas. -No, no, está demasiado sucia para atreverme a enseñarla. Sigue, príncipe, Seguid adelante sin detener un solo instante, pues ya encontraste el dueño del zapatito pequeño. Después de decir esto, echaron a volar y se pusieron en los hombros de la Cenicienta, una en el derecho y otra en el izquierdo. Cuando se verificó la boda, fueron las falsas hermanas a acompañarla y beber fracción en su felicidad, y al dirigirse los novios a la iglesia, iba la gran a la derecha y la menor a la izquierda, y las palomas que llevaba la Cenicienta en sus hombros picaron a la gran en el ojo derecho y a la menor en el izquierdo, de modo que picaron a cada una un ojo; a su regreso se puso la gran a la izquierda y la menor a la derecha, y las palomas picaron a cada una en el otro ojo, quedando ciegas toda su vida por su falsedad y envidia. Qué os parece? Ni hada madrina, ni calabazas. Cenicienta no perdió el zapato por un tropiezo, que como habréis podido ver no es de cristal y sus envidiosas hermanas, mutilaron sus pies para poder caber en los zapatos. Además en esta versión son castigadas por su intento de engaño. Buscando información sobre este cuento, he leído en un blog una conclusión de este cuento que me ha semejante hermosa y que me apetece compartir con vosotros/as: "Buscar el amor es muy simple. Lo ciertamente difícil es no aceptar lo aparente, así como el príncipe deshecha a las hermanastras, cuyos pies, mutilados, es cierto, calzan en el zapato de cristal, es decir, se adaptan a él. Por el contrario, el verdadero amor está oculto, es, en definitiva, un secreto. Los zapatos son una excusa, calcen o no. Lo único que importa es la búsqueda, y la seguridad de que la verdadera hermosura suele adoptar maneras modestas, humildes, cenicientas, si se quiere, que velan su esencia celestial hasta la llegada de quien se atreva a contemplarla." Y para acabar, un escaso de humor, que no viene nada mal : Fuente: Wikipedia

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