martes, 23 de abril de 2013

El cuento de la perla del dragón

Hace muchísimos años vivía un dragón en la isla de Borneo tenía su cueva en lo alto del monte Kinabalu.

Aquél era un dragón pacífico y no molestaba a los moradores de la isla. Tenía una perla de enorme dimensión y todos los días jugaba con ella lanzaba la perla al aire y despues la recogía con la boca.

Aquella perla era tan preciosa que muchos habían intentado robarla. Pero el dragón la guardaba con mucho cuidado por eso nadie había podido conseguirlo.

El Emperador de la China decidió enviar a su hijo a la isla de Borneo llamó al joven Príncipe y le dijo

-Hijo mío la perla del dragón debe manerar fracción del tesoro imperial. Estoy seguro de que encontrarás la manera de traérmela.

Después de algúnas semanas de travesía el Príncipe llegó a las costas de Borneo.

A lo lejos se recortaba el monte Kinabalu y en lo alto del monte el dragón jugaba con la perla.

De pronto el Príncipe comenzó a sonreír porque había trazado un plan. Llamó a sus hombres y les dijo

-Necesito una linterna redonda de papel y una cometa que pueda sostenerme en el aire.

Los tios comenzaron a laborar y pronto hicieron una linterna de papel. Después de siete días de esfuerzo hicieron una cometa muy preciosa que podía resistir el peso de un tio. Al anochecer comenzó a soplar el viento. El Príncipe montó en la cometa y se elevó por los aires.

La noche era muy oscura cuando el Príncipe bajó de la cometa en lo alto del monte y se deslizó dentro de la cueva.

El dragón dormía profundamente. Con todo cuidado el Príncipe se apoderó de la perla puso en su espacio la linterna de papel y escapó de la cueva. Entonces montó en la cometa y encendió una luz.

Cuando sus hombres vieron la señal comenzaron a recoger la cuerda de la cometa. Al cabo de algún tiempo el Príncipe pisaba la cubierta de su barco.

-¡Levad anclas! -gritó.
El barco aprovechando un viento suave se hizo a la mar.

En cuanto salió el sol el dragón fuese a recoger la perla para jugar como hacía todas las mañanas. Entonces descubrió que le habían robado su perla. Comenzó a echar humo y fuesego por la boca y se lanzó monte bajo en persecución de los ladrones.

Recorrió todo el monte buscó la perla por todas fracciónes pero no pudo hallarla. Entonces divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar. El dragón saltó al agua y nadó velozmente hacia el barco.

-¡Ladrones! ¡Devolvedme mi perla! -gritaba el dragón.

Los marineros estaban muy asustados y lanzaban gritos de miedo.

La voz del Príncipe se elevó por encima de todos los gritos

-¡Cargad el cañón grande!

Escaso después hicieron fuego.

-¡Bruum!
El dragón oyó el estampido del disparo vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él. La bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla. Por eso abrió la boca y se tragó la bala.

Entonces el dragón se hundió en el mar y jamás más volvió a surgir. Desde aquel día la perla del dragón fuese la alhaja más preciada del tesoro imperial de la China.

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