lunes, 8 de abril de 2013

El cuento del tesoro perdido

El sol poniente se hundía de los picos gélidos de las montañas y éstos se tornaban rojos como ascuas. En las azoteas de las casas de Lhasa los niños hacían volar cometas de brillantes es sujetas a hilos espolvoreados con el polvo de vidrio. Los niños corrían y brincaban entrelazándose —con las cometas siguiendo sus movimientos— entretanto reían alborotadamente tratando de cortarse mutuamente los hilos de las cometas. Un niño de unos seis años estaba sentado junto a su tío un monje vestido con hábitos de marrón. Observaban a la cometa del niño elevarse cada vez más en el cielo. Sostenida por el viento estaba tan alta que parecía que no se movía. Sin abandonar de contemplar a la cometa el niño dijo

—Cuéntame un cuento tío.

El monje sonrió entre dientes.

—Una historia antigua pues

"Un padre le dijo a su hijo —empezó el monje— `Voy a expirar pronto hijo mío. Llévate mi oro a tu casa. Es tuyo. Pero recuerda que no habéis de fiarte de nadie. Ni siquiera de tu esposa´. El padre confiaba en que su hijo Sonam tendría presente su consejo y comprendería cómo se estilan las cosas en el mundo.

"Pero Sonam tenía un gran amigo de nombre Tamchu. De niños habían ido a la escuela unidos y por las tardes habían jugado al juego del volante con el pie. Tamchu vivía en la aldea próxima con su mujer y sus dos hijos pequeños.

"Un día Sonam decidió salir de peregrinaje al monasterio santo y pensó `Cuando mi padre estaba vivo me dijo que no me fiara de nadie´. Pero cuando pensó en su amigo Tamchu no podía admitir que estas palabras debieran aplicarse también a éste. No a Tamchu. Así pues llevó sus dos bolsas de pepitas de oro a casa de su amigo y le dijo `Tamchu por favor guárdame el oro entretanto esté afuera. Este es el oro que mi padre me dio al morir´.

Tamchu dijo `Oh sí naturalmente. Guardaré tu oro con mucho cuidado y cuando vuelvas de tu peregrinaje aquí lo encontrarás. No tienes por qué preocuparte. Somos buenos amigos´.

"Así —continuó el monje— pasó un año y Sonam volvió de su peregrinaje. Fuese a casa de Tamchu y le pidió a su amigo `¿Puedes devolverme mi oro Tamchu?´.

`¡Oh lo siento muchísimo Sonam! ¡Qué desgracia qué desgracia! ¡El oro se ha convertido en arena!´ contestó Tamchu mirando a su amigo con rostro de estar muy asombrado. Pero Sonam entretanto su amigo le contaba este singular acontecimiento no pareció sorprendido y después de unos minutos de mutismo dijo `Está bien Tamchu no te preocupes hiciste todo lo que pudiste para vigilar mi oro´.

"Los dos hombres comieron unidos y pareció como si la pérdida del oro debiera sido olvidada por completo. Al atardecer Sonam dijo a su amigo `Tamchu me gustaría cuidar de tus hijos mientras unos meses ya que no poseo familia particular. Me gustaría darles buena comida y buena ropa. Serían muy felices en mi casa´.

`¡Muy buena idea Sonam!´ dijo Tamchu quien pensó `Aunque ha perdido todo su oro a mis manos desea cuidar de mis hijos. Verdaderamente es muy buena persona´. Y así añadió `Desde despues Sonam. Llévate a mis hijos todo el tiempo que quieras´.

Sonam se llevó a los niños a su casa y los cuidó muy bien. Pero compró dos monos pequeños y les puso los nombres de los niños. Mientras los días que siguieron adiestró a los monos para que cuando él llamase `¡Tendxin ven aquí!´ el mono mayor corriera hacia él y que cuando llamase `¡Thupten ven aquí!´ el mono más joven afuera hacia él. Los monos comprendieron muy bien y aprendieron muy rápido.

Cuando Tamchu fuese a ver a sus hijos Sonam mostró un triste semblante a su amigo `¡Oh lo siento muchísimo Tamchu! —dijo— ¡Qué desgracia! ¡qué desgracia! ¡Tus hijos se han convertido en monos!´.

Tamchu quedó agobiado y llamó a sus hijos por sus nombres. Al instante aparecieron los dos monitos y corrieron hacia él. Cogieron de la mano a Tamchu y bailaron a su alrededor como si fuesen chiquillos. Tamchu quedó muy apenado y preguntó a su amigo `Sonam ¿qué podemos realizar?¿Cómo podemos realizar que estos monos se conviertan de nuevo en mis hijos?´.

Sonam estuvo pensativo unos instantes y despues le dijo a su amigo

—Eso es fácil pero para ello necesitamos mucho oro.

—¿Cuánto oro bastaría? —preguntó Tamchu.

—Unas dos bolsas de pepitas de oro por lo menos.

—Tan pronto como pueda traeré las bolsas de oro —dijo Tamchu que salió corriendo hacia su casa.

Más tarde volvió y le dio el oro a su amigo. Sonam lo cogió y le dijo a Tamchu que esperase entretanto él subía al piso de arriba. Al cabo de unos momentos volvió a bajar.

`Ahí tienes Tamchu. He transfigurado de nuevo a los monos en seres humanos en tus hijos´.

Tamchu estuvo encantado de recobrar a sus hijos pero miró con empacho a Sonam. Pero enseguida los dos amigos no pudieron romper a reír".

Al terminar esta historia el propio monje rompió a reír al ver cómo el hilo de la cometa de su sobrino había sido partido entretanto éste escuchaba el relato. Ambos observaron a la cometa flotar sobre el valle de Lhasa y volar hacia los dorados tejados del Potala.

TEN CUIDADO CON LA MIEL QUE SE TE Proporciona SOBRE UN CUCHILLO AFILADO

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